El pequeño comercio
Los pequeños comercios dan vida a los barrios y construyen historias pequeñas que se convierten en recuerdos.
Cuidarlos es integrarlos en un mundo que va a contracorriente.
Es velar por un legado vivo, evitar su olvido, donde las personas tienen nombre y figura, y conforman parte de un tejido frágil pero de gran riqueza para la ciudad.
¿Por qué recordamos un mostrador lleno de botones, el estampado del delantal de una tendera?
¿Dónde están los olores de la tienda de comestibles, del quiosco de la plaza?
¿Dónde está la mirada sonriente de la persona que nos hacía el pan?
El comercio de barrio genera vínculos personales, recuerdos imborrables, que acaban por convertirse en una pátina sólida de valores.
Recordemos lo que nos importa, lo que nos provoca, todo lo que destila verdad.
Reivindicar el alma de un barrio, es reivindicar la comunicación, la vecindad, la vida pequeña de las personas.
Por eso queremos preservar el pequeño comercio por qué es donde radica la esencia de la ciudad.
Una sociedad más cercana y más amable es posible, no podemos luchar contra un modelo de proporciones gigantescas pero sí debemos poder disponer de una red a la medida de las personas, para que el barrio en el que vivimos también sea casa.